LA PALOMICA DE LA CORONA DE LA VIRGEN

El día 9 de septiembre de 2025 fue un día muy especial, teníamos encogida el alma porque la procesión no había podido salir el día anterior. Fue una decisión salomónica, de la Junta de la Virgen, la Junta Central y el Ayuntamiento que juntos decidieron en la tarde del día 8, suspender la procesión por la lluvia y esperar a la mañana siguiente para decidir si la Virgen haría la romería. Determinaron que a las 7 de la mañana del 9, si podía salir, se visitaría Santa María con la patrona y se pasearía por el Rabal antes de emprender la romería de regreso al Santuario. Las comparsas harían un breve recorrido a modo de procesión, los arcabuceros harían su ruta ordinaria, pero partiendo de la puerta de Almansa con destino al paso a nivel de la carretera de Yecla y los fieles con la Sagrada Imagen haríamos rapidito el recorrido previsto la noche del día 8. La Virgen, por tanto, fue desde Santiago a Santa María, por la Calle Mayor, algo inusual porque siempre lo hace en el sentido contrario. 

El párroco de Santa María la recibió en la puerta del Templo y todos rezamos devotamente para luego proseguir por la Calle del Palomar hasta la ermita de San José. Allí Carlos Flor nos ayudó con el rezo del Ángelus y vimos a la Morenica a pleno día, con un cielo nublado, bajar por la Plaza de Biar hasta tomar Calle Nueva, Corredera, Luciano López Ferrer y en El Raso hacer la vuelta de despedida como antaño hacían los Franciscanos cuando su convento ocupaba lo que hoy es el Teatro Chapí. Allí los frailes le rezaron durante siglos y también entonaban la Salve y la volvían al pueblo como en una primera despedida de Villena. Así también lo hace ahora y casi nadie recuerda el porqué de aquella vuelta, y ya no se reza la Salve, y ya no están los padres franciscanos. Luego fuimos por el camino habitual hasta que en “la casica de Pascual” se le puso el cinturón y pudo emprender el camino hasta el Santuario en medio de una nube de pólvora y disparos en el paso a nivel, estaba previsto no hacer el arenal por la lluvia del día anterior. Inolvidable y memorable este paso del día 8 al día 9. 

Pero quiero referir aquí algo inaudito que vivimos en la Calle Nueva, al inicio cuando tomábamos la calle. Se cayó “la palomica de la corona” y Pablo, el vicepresidente de la Junta, se dio cuenta y estuvo muy ágil para que no se perdiera. Se me encogió el corazón, iba como sacerdote acompañando y en un instante, vi todo lo que pasó. Creo que la echó al bolsillo de su camisa y felizmente -pronto- la volveremos a ver alegremente en el interior de la corona, en su sitio, cuando ya sea reparada. Pusieron la Virgen en la mesa que unos vecinos habían preparado para un descanso y limpiaron todos los pétalos de rosas con que un rato antes habían agasajado a la Virgen y la palomica no se perdió: ¡Bendito sea Dios!

¿Por qué lleva la Virgen una paloma en su corona? Hay que remontarse al relato de la Anunciación, en Nazaret, cuando María recibe la visita del Arcángel Gabriel. El enviado de Dios, el enviado del Padre, le dice “tendrás un Hijo” y “el Espíritu Santo te cubrirá con su sombra”. María está dispuesta a dejarse “asombrar” por el Espíritu Santo, dispuesta a “engendrar al Hijo” y a “obedecer al Padre”. La Virgen es Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa (y Templo) del Espíritu Santo, como rezamos en nuestra secular Novena. Esa palomica tiene como todo lo de la Virgen mucho significado, refiere la relación esponsal de María con la Santa Trinidad. 
Desde niño me ha encantado ver esa paloma, pedirle a la Virgen que yo también sea dócil a las inspiraciones del Espíritu Santo, como Ella, que obedezca y sirva a la Voluntad de Dios Padre con la misma generosidad que Ella le sirvió, y que sea Jesucristo, como en Ella, carne de mi carne, vida de mi vida. Siempre que miro a la Corona, me fijo en la palomica, y le pido al Señor Jesús que me dé su Espíritu. 

Este año se han cumplido 40 años de mi ordenación sacerdotal, y le ofrecí a la Virgen pasear con Ella y con nuestro pueblo el día 8. Por distintos motivos, hacía 36 años que no había hecho la Procesión y no pude cumplir mi ofrenda sacerdotal de gratitud. Gran incertidumbre el día 8. Comunicado medido en cada palabra, pensada y repensada cada decisión, y la Virgen y el pueblo aceptamos la suspensión del paseo. Me llegó muy entrada la madrugada un audio de una composición pop-rock en la que se expresaban los sentimientos de todos. Enhorabuena a los compositores. Si no lo han escuchado, no se la pierdan. A las 7 de la mañana del día 9 ya estaba yo en Santiago: ¿saldremos o no? Todo preparado. No olvidaré la cara de Dori y sus lágrimas. Improvisamos algunas letrillas con Pascual al órgano. Y salieron los festeros, dispararon los arcabuceros y el pueblo, como ya he dicho, con la Sagrada Imagen por la Calle Mayor a Santa María. Nunca vimos ese recorrido en sentido inverso al tradicional, era de día (y siempre lo hace de noche) siempre es desde Santa María a Santiago, y fue justo al revés. Yo estoy bautizado en Santa María y allí recibí la Primera Comunión. 
En Santiago recibí la Confirmación y fui ordenado presbítero en 1985, el día de Santiago Apóstol. Siempre he recibido “gracias particulares” en el Santuario, en la oración personal a los pies de la patrona, o cuando la hemos acompañado o recibido… la gracia de este año ha sido ver “que la palomica caía, pero no se perdía” como si Dios quisiera decirme y decirnos: no os dejaré, os cuidaré, os protegeré, os cubriré “con mi sombra” como cuidé a la Virgen y ahora cuido de su Iglesia y del mundo.
La imagen de la paloma atraviesa toda la Biblia: una paloma volvió con un ramo de olivo para señalar con el arco iris que el diluvio había terminado y que las aguas habían bajado y los del Arca podían de nuevo volver porque el Señor había salvado a ese resto (Génesis 8, 1-13). Cuando la paloma ya no regresó, volvió la humanidad a habitar la tierra. Los gemidos de las palomas son una imagen recurrente en los profetas y en las personas apesadumbradas, “gimo como una paloma” (Isaías 59,11; Ezequiel 7,16). El profeta Oseas dice que Israel en su infidelidad era “como una ingenua paloma aturdida” (Oseas 7,11). Durante siglos, la paloma ha valido, “como imagen de suavidad y mansedumbre, de inocencia y cercanía de hogar”, como afirma el profesor Iglesias en quien me inspiro para este párrafo. Nuestro Señor dijo: “sed sencillos como palomas” (Mateo 10,16), pero la representación del Espíritu Santo en forma de paloma está en el episodio del Bautismo de Jesús: “En cuanto se bautizó Jesús, enseguida subió del agua. Y se le abrieron los cielos y vio al Espíritu Santo que descendía como una paloma y venía sobre él…” (Mateo 4, 16-17). Desde ese episodio, en la Iglesia siempre se ha usado la imagen de la paloma para representar a la tercera persona de la santísima Trinidad.

Si no estoy equivocado, la Virgen llevaba la corona que le regaló el Obispo Piñero, el obispo que está enterrado en la cripta del Santuario. Hasta ahora es el único obispo del que tenemos documentación fehaciente, el único obispo villenero. Aunque es verdad, que Eladio nuestro paisano salesiano, dice que un inspector le dijo que en una reseña (que él sigue buscando) se hacía referencia a varios obispos villeneros en tiempo de los reyes godos. También habría habido otro obispo en tiempos recientes, el Obispo Fernández, obispo en Perú, pero hay que seguir investigando. Ojalá se encuentre todo y lo podamos comprobar. Piñero murió como obispo electo de Pamplona, pero fue antes obispo de Calahorra. Este prelado nació en Villena en 1598, estudió Gramática también en Villena y concluyó las Humanidades en Valencia, doctorándose más tarde en Teología por la Universidad de Alcalá, donde enseñó artes y teología durante un tiempo. Fue canónigo magistral en la Catedral de León y más tarde en la Catedral de Cuenca, consiguiendo después el cargo de calificador de la Inquisición en Madrid. Con fama de insigne predicador, en 1642 el Rey Felipe IV lo designó Obispo de Calahorra y La Calzada tras escucharlo predicar y quedar maravillado, tras la propuesta real fue confirmado un año después por el Papa Urbano VIII. Fue ordenado obispo en Madrid. Murió en 1647 como obispo electo de Pamplona, diócesis de la que no llegó a tomar posesión. En Calahorra promovió la construcción del palacio episcopal y contribuyó a procesos de concordia y de entendimiento entre los dos cabildos de la diócesis. Siempre gozó de fama de santidad, de celo apostólico, de amor a los pobres y destacó por su austeridad de vida. Su padre era regidor perpetuo de Villena y su hermano Adeodato fue prior del convento de Agustinos del Santuario de la Virgen de las Virtudes de su ciudad natal. Pasados cinco años de su sepultura en la capilla de Santa Ana de la Catedral de Calahorra, sus restos fueron trasladados a Villena con sencillez y sin ninguna ostentación y reposan en la cripta del Santuario Monasterio de las Virtudes aunque no están identificados con exactitud. Parece cierto que regaló la corona que portaba la patrona este día 9 de 2025. Por lo cual, esta palomica tendría casi 400 años aproximadamente. 

De ser así, muchos niños, como yo en mi infancia, desde siempre la habrían visto aletear en el interior de la corona de la Virgen durante siglos. En cada aleteo parecería que Dios nos dijera: sigo cuidando de vosotros, sigo aleteando infundiendo ánimo a todos, inspirando a todos, alegrando a todos para que no olvidéis nunca que en la vida hay que dejarse “asombrar” por lo que viene de lo alto, como la Virgen que se dejó cubrir por su sombra.

D. Juan  Carlos García Domene 





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