POESÍA A NUESTRA SEÑORA DE LAS VIRTUDES EN VALENCIANO - JOAN B. PASTOR Y AYCART, 1904

Rescatamos un artículo de Villena Cuéntame de Juan Bautista Pastor Aycart fue un famoso poeta de Benejama del siglo XIX, y fue también el autor de los textos de embajadas de Benejama y de Bañeres. El hecho de que escribiera una poesía a la Virgen de las Virtudes en valenciano es interesantísimo. Esto refleja que fue uno de los poetas del movimiento cultural y literario denominado “”La Renaixença””, que supuso el cultivo de la literatura en valenciano y en catalán en el siglo XIX, después de la desaparición de ésta durante todo el siglo XVIII tras la Batalla de Almansa. El poeta Pastor era un ferviente católico y se le puede encuadrar dentro del movimiento neocatólico del siglo XIX, de tendencia tradicional y opuesto al krausismo, que por el contrario se ha definido como el humanismo cristiano. Esto explica que le hiciera una poesía a la Virgen de las Virtudes y que el elemento cristiano formara parte de todas sus obras. La poesía a la Virgen de las Virtudes en valenciano tiene una gran calidad literaria y es muy emotiva.
José Fernando Domene Verdú


Poesía publicada en páginas 243-244-245-246 y 247, del Almanaque para el año 1904 de Las Provincias, Diario de Valencia fundado el 31 de enero de 1866, e impreso en Valencia por Establecimiento Tipográfico Domenech, de la calle del Mar de Valencia. A llegado a nuestras manos gracias a Juan Antonio Sempere-Mergelina Pastor, descendiente de la familia Mergelina (Académico de Número y Bibliotecario Archivero de la Academia Valenciana de Genealogía y Heráldica) al que le doy las gracias de parte de todos lo villeneros por compartir esta curiosa e inédita poesia de nuestra Patrona.Lo más destacado de esta larga poesia es que está escrita en valenciano, siendo así que en Villena, históricamente siempre se ha hablado castellano.

A NOSTRA SENYORA DE LES VIRTUTS - PATRONA DE LA CIUTAT DE VILLENA






Autor... Joan B. Pastor y Aycart
Licenciado en Medicina, la fecunda existencia de Juan Bautista Pastor Aycart (Benejama, 1849-1917) discurrió consagrada al servicio profesional de sus convecinos, al cultivo de la literatura, a la práctica de las virtudes cristianas y a la defensa del credo católico, cuyos valores exaltó en verso y cuya filosofía sembró en prosa.
Su temprana actividad lírica proporcionó a Pastor admirables triunfos, cuyo brillante palmarés amanece con La joia de Valencia (1863) y se cierra con áureo broche en las estrofas de En llahor de la Llengua Valenciana (1916).
A la par de su caudalosa obra poética, Pastor se adentró con éxito por los viales del teatro, una de cuyas piezas, La Estrella de la Rábida, fue la escogida para inaugurar el Círculo Católico Obrero de Alicante el 2 de junio de 1895.
De indudable filiación romántica, Pastor transfigurábase en fervoroso adalid tan pronto se trataba de salvaguardar la fe católica ante los embates del agnosticismo y ateísmo de su época.
Cabalmente, el 25 de septiembre de 1888 terminó el prólogo que trazó para su libro Ecos del alma (Alicante,1890), en el que leemos: “El positivismo, en sus más radicales manifestaciones y detalles, lo ha invadido todo como legamosa marea”. Sin embargo, “podemos sentir como sentían nuestros padres, si no se nos hace cuesta arriba volver la espalda a los ídolos modernos y nos sobran resolución y fuerzas para amar y creer como se creía y amaba en otra edad, si nos importan un bledo las rechiflas del indiferente y del impío”.
Pero donde la personalidad de Pastor aparece más comprometida es en su ensayo La novela moderna. Cartas críticas con un epílogo posdata de D. Juan Barcia Caballero (Alcoy, 1886), donde arremete contra el naturalismo en general y, en particular, contra la novela, eco de un tiempo propio de “los charlatanes, los apóstatas y los doctrinarios”. En ella se muestra “la viva palpitación de las groseras realidades de la vida, el deleite efímero que hace vibrar con sensación eléctrica las fibras todas de la materia, los accesos de calentura con que la bestia humana manifiesta su hambrienta concupiscencia de goces y de placeres”. No obstante, advierte que no es el naturalismo el virus corrosivo de la sociedad, sino al revés, “encontró a la sociedad enferma, disoluta y pecadora”.

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